domingo, 11 de abril de 2010

La cierva dorada



Durante una cacería Finn Mc Cumahaill, vió cruzar repentinamente la senda que seguían, a una hermosa cierva de color dorado.

Los perros se lanzaron de inmediato a su persecución y luego de varias horas, en un fresco valle, la cierva, sin duda muy cansada por la carrera, se detuvo y cayó en el suelo.

Como era de esperar, los perros se lanzaron hacia ella, pero para asombro del cazador, en lugar de atacarla, empezaron a jugar a su alrededor, lamiendo su cara y cuello.

Finn, asombrado por la situación, dio órdenes de que nadie la dañara, y todos amenazaron de regreso al castillo, con la cierva y los perros que aun jugaban con ella mientas la seguían.

Esa noche Finn despertó sobresaltado. Junto a su cama, se encontraba la mujer mas bella que había visto, él a le hablaba: -Yo soy Sadv, le dijo- soy la cierva que seguiste hoy. Como no quise brindarle mi amor a un druida del pueblo de las Hadas, me hechizó condenándome a llevar esta forma, de esto ya hace tres años. Pero uno de sus esclavos, un buen amigo, me dijo que si lograba despertar la compasión de algún caballero, recuperaría mi forma original.

Sadv, no solo había logrado la compasión de Finn, en el momento en que la vio se enamoro perdida mente de ella.

Juntos vivieron hasta que una mañana llegó la noticia de que se avecinaba un ataque por mar; los Hombres del Norte se encontraban en la bahía de Dublín y venían hacia su dominio.

Solo siete días permaneció Finn fuera de su casa. Al regresar, no vio a Sadv esperándolo entonces pregunto a sus sirvientes por ella. El más fiel y servicial, con mucha pena dijo: - Anteayer, nos pareció veros llegar, y todos nos apresuramos al portal, pero en cuanto la Reina Sadv lo cruzó, un fantasma apareció y la cubrió con niebla y en su lugar solo quedo una cierva dorada. Los perros la acosaron y no le permitieron volver al portal, abrigándola a huir hacia el bosque. No la volvimos a ver más.

Finn se estrujó las manos, y se retiró con muchisimo pesar a sus habitaciones, durante siete años la buscó por toda Irlanda.

Finalmente, siguiendo un rastro de jabalíes en los montes de Ben Gulbann, oyó que los perro ladraban furiosamente. Allí descubrió un niño desnudo, de largos cabellos rubios.

Finn y sus hombres alejaron a los perros, y condujeron al niño a l castillo. Cuando pudo hablar, contó que nunca había conocido a sus padres, sino sólo a una bella cierva dorada, con quien había vivido en un valle profundo y hermoso hasta que una tarde descendió una niebla espesa, cubrió a la cierva y la hizo desaparecer de su lado.

Finn comprendió que la cierva no era otra que Sadv, y aquel niño era su hijo.


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